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Álvaro Morales: “Cuando uno cocina, siempre hay un corazón que conquistar”


Cautivó con su talento actoral en distintos roles durante décadas, pero su vida giró hacia la gastronomía con el mismo éxito que obtuvo en la pantalla chica: la pizza lo atrapó y hoy ofrece experiencias culinarias que lo tienen feliz en su nuevo rubro.
Cautivó con su talento actoral en distintos roles durante décadas, pero su vida giró hacia la gastronomía con el mismo éxito que obtuvo en la pantalla chica: la pizza lo atrapó y hoy ofrece experiencias culinarias que lo tienen feliz en su nuevo rubro.

Por más de 30 años, Álvaro Morales destacó como actor en televisión, cine y teatro. Recordados son sus papeles en teleseries de alto impacto como “Romané”, “Iorana” o “Los Pincheira”, donde encarnó el rol de Martín Ortúzar, personaje con el que ganó un premio APES en 2004 como Mejor Actor de TV.


Sin embargo, en un giro inesperado, su pasión por la gastronomía lo llevó a reinventarse por completo. Lo que comenzó como una inquietud personal se transformó en una apuesta seria, donde el arte de la interpretación se trasladó a la mesa.

Las papas fritas, a través de Papas Ricas, fue el punto de partida. Un inicio que luego dio paso a la creación de Pizza Rica Rica y una nueva faceta que llegaría de la mano del pan italiano. “La pizza es un pan”, reflexiona, resaltando cómo la masa, la fermentación y la harina han sido pilares en la alimentación humana. En efecto, su incursión en la charcutería y la formación como maestro Pizzaiolo le permitieron entender que este producto es también cultura, historia y conexión.


Fue acá cuando su carrera de este lado del mesón tomó forma. Desde talleres de pizza hasta eventos exclusivos, cada iniciativa fue sumando capas a su propuesta culinaria. “Entré desde lo más básico y eso me permitió construir una plataforma para seguir desarrollándome”, explica Morales.


En la historia de este actor con alma de chef, su pasión fue impulsada desde la infancia gracias a los aromas y recuerdos de la cocina de su abuela, un incentivo que también encontró en los viajes, que han sido vitales para buscar inspiración.


Fue en Perú, en medio del bullicio limeño, donde descubrió en un comienzo el ceviche y el pisco, y se dio cuenta de que “cada bocado era una narrativa cultural, un reflejo de la historia y la identidad de un país”. Esa experiencia, sumada a sus encuentros en el restaurante Japón y sitios como Ecuador, China, Argentina, Costa Rica y otros, lo que llevó a expandir su paleta de sabores y técnicas, despertando en él un anhelo por explorar más allá de lo convencional.


“Cuando me tocaba viajar, entendí que la gente, los países en general y las culturas se expresan a través de la cocina”, puntualiza el ahora empresario.


Con las manos en la masa


Así, tras formarse en embutidos, charcutería y aprender los secretos del oficio del maestro pizzaiolo italiano Andrea Ramallo -quien además es su socio en la actualidad- el Álvaro Morales emprendedor elevó la elaboración de este producto a un ritual casi teatral. La pandemia, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en un catalizador que le permitió conectar con una audiencia ávida de autenticidad y renovados sabores, lo que impulsó la demanda por encuentros privados y cursos personalizados.


Efectivamente, su negocio se fortaleció y empezó a crecer preparando pizzas para eventos corporativos y empresas con su marca Rica Rica, a lo que ha sumado el desarrollo de talleres donde enseña a fabricar esta exquisitez, altamente consumida por los chilenos.


“Además mucha gente joven me reconoce por la repetición de las teleseries. Muchachos que no habían nacido en ese tiempo saben quién soy”, comenta entre risas. De esta manera, cada brunch y actividad se han ido transformando en representaciones donde la masa, la fermentación y la tradición se entrelazan para crear experiencias gastronómicas inolvidables, uno de los principales objetivos de su apuesta gastronómica.


Porque para el actor no solo se trata de comer. “Cada evento es una puesta en escena. Es casi como volver a actuar”, confiesa, puntualizando que “cuando uno cocina, siempre hay un corazón que conquistar”.


Filosofía y proyección


En este viaje, Morales ha descubierto el valor simbólico del pan en su propuesta. “La cocina nos trata a todos por igual. Desde una lata de atún hasta un caviar, cada plato rompe barreras sociológicas y culturales”, advierte. Esta filosofía se refleja en sus talleres, donde también se aprende la historia detrás de cada preparación.


Desde esa perspectiva, la esencia de su invitación radica en lo simple y lo ancestral. “La pizza es un sartén”, afirma, en una declaración que subraya la importancia de los elementos básicos que han sustentado la alimentación humana a lo largo de los siglos.

Hoy, bajo la marca By Álvaro Morales, busca diversificar su oferta y consolidar un proyecto que abarca desde cursos interactivos hasta experiencias culinarias de alto nivel. Con una comunidad creciente y una visión muy clara, el próximo gran paso es la apertura de un primer local físico que sea el reflejo de su reinvención: un testimonio de resiliencia y la posibilidad de abrazar lo inesperado.


“Quiero que sea un espacio donde converjan la tradición y la innovación, un punto de encuentro para quienes buscan una experiencia gastronómica con sentido”, adelanta.



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Revista de panadería y pastelería
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