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La comunicación con los asociados y con todos los actores que rodean a la panadería artesana, ha sido siempre una preocupación gremial, dado que ella es una eficaz herramienta para canalizar inquietudes, dar opiniones, fijar posiciones corporativas y exponer situaciones generales que pueden afectar el normal funcionamiento de la industria.

Lo anterior llevó al gremio a crear, al cabo de poco más de una década de existencia de la asociación, una revista institucional que cumpliera la función de ser el órgano y la voz oficial del rubro panadero tradicional y un vehículo para representar ante los colegas, la comunidad proveedora y las autoridades de turno, las problemáticas y orientaciones que el sector ha ido generando a lo largo de su dilatado accionar en el tiempo.

Igualmente, otro de los objetivos de contar con un medio de comunicación propio, tuvo que ver con la opción de tener un espacio para compartir experiencias, tratar temas técnicos y aportar con información relevante a la hora de conocer mecanismos que posibiliten optimizar la gestión de negocios y afrontar con éxito los desafíos que el cambiante mercado y los consumidores han ido generando a través de los años.

Por último y tal vez sin planteárselo como un fin en sí mismo, la revista del gremio ha sido un fiel reflejo de la evolución que ha tenido el rubro, entregando una clara radiografía de las iniciativas, los esfuerzos y las acciones concretas que se han desarrollado en pos de hacer crecer a esta industria. Además, ha dado cuenta de quiénes con su actitud y dedicación personal, han otorgado el imprescindible aporte humano para llevar adelante las transformaciones reseñadas, dando en definitiva, vida a la historia concreta de esta noble actividad empresarial que tanta relevancia tiene para la población por elaborar “el” producto alimenticio más cercano para la gente, independiente de su condición social o económica.

En este escenario, la primera publicación institucional data del mes de noviembre del año 1933. La misma recibió el nombre de “La Industria del Pan” y se editó con esa denominación hasta el año 1954. Luego de ese período, tuvo un receso de casi una década, para reaparecer hacia julio de 1964, bajo el renovado nombre de “La Revista del Pan”. Asimismo, su circulación no siempre fue mensual, ya que en ciertos lapsos y según se registra en los archivos que hoy maneja Indupan Santiago, existieron números bimestrales o trimestrales, cuestión que seguramente tuvo que ver con el financiamiento obtenido para su elaboración o con los tiempos que se tomaban quienes tenían a cargo su escritura.

Para concretar la inquietud gremial de tener una revista propia, los industriales formaron una comisión especial que se encargó de hacer viable esta idea y de materializarla en un primer número. Ella estuvo integrada por los señores Pablo Kohler, Aurelio Luque y Raimundo Olfos, quienes con esfuerzo, dedicación y tesón lograron sacar adelante la iniciativa.

Más tarde, siempre existió una junta delegada, comisión o comité editorial, que tuvo como responsabilidad determinar y orientar los contenidos a tratar en cada edición. Y ella, igualmente, siempre estuvo compuesta por colegas que, sacrificando parte de su tiempo en una labor dirigencial adicional, decidieron entregar todo su apoyo para plasmar de manera clara los principales mensajes que el gremio deseaba transmitir a cada uno de sus públicos objetivos.

En ese esquema, con el correr de los números fue apareciendo la figura del director de la revista (inexistente en sus orígenes), quien era el encargado de articular en una columna (tipo editorial) algunas ideas clave que se deseaban plantear a los lectores. Esa función la ejercía inicialmente un miembro de la comisión editorial; luego, en la década de los ’60, pasó a ser potestad del gerente general del gremio, Francisco Bouzo Pavón (quien también fuera industrial panadero), pero a partir de los años ’80, la responsabilidad recayó en el presidente de Indupan Santiago o de Fechipan.

Así, entre los colegas que ejercieron como directores de esta publicación, aparecen nombres como los de Álvaro Rivera, Ramón Bella, Jesús López, Raúl Raffo, Sergio Varas, Pablo Souyet y Lucio Fraile, entre otros.

La historia no nos aclara si en la redacción de este medio, existía hasta antes de los años ’60 una asesoría profesional para ello, pero todo parece indicar que eran los mismos dirigentes -quienes provistos de una envidiable pluma y ortografía para los tiempos actuales- los que escribían las crónicas que aparecían publicadas. En ese sentido, el primer registro de una ayuda editorial se da hacia mediados de esa década, cuando comienza a trabajar en labores de escritura de la revista y comunicaciones generales del gremio, el periodista David Silva (quien antes se desempeñaba como cronista deportivo, área en la que conoció a Francisco Bouzo, dada su vinculación como dirigente del club Unión Española).

Durante la época de la Unidad Popular y en los primeros años del gobierno militar, la revista institucional despareció nuevamente de circulación por espacio de casi 9 años. Pero en octubre de 1978, al alero del directorio presidido por Francisco Bouzo, se volvió a editar, claro que en esta oportunidad con el nombre de “Fechipan Noticias”.



Es en este período, en el que ya comienza formalmente a existir una redacción y un diseño profesional de la misma, lo que implicó contar con un equipo conformado por editores, periodistas, fotógrafos y diagramadores para componer una publicación que ya utilizaba más recursos gráficos, color y una calidad de papel superior para realzar su impresión. De este modo, por ejemplo, la parte editorial estuvo encabezada hasta inicios de los ’90 por el relacionador público Alejo Hott; en el área prensa en tanto, primero estuvo Paulina Gómez y más tarde el periodista Mario Bravo. El diseño y diagramación de la revista, estuvo a cargo de Alejandra Toledo.

Ya hacia fines de los ’90 y producto de algunas desavenencias entre Indupan Santiago y Fechipan, existió un lapso en el que el gremio tuvo en paralelo dos revistas en circulación. Y es que Fechipan Noticias continuó siendo publicada por la Federación, bajo la dirección del entonces presidente de la entidad, el industrial de Talca Miguel Juanicotena y la edición de Mario Bravo. Pero por su parte Indupan (encabezada por su presidente Carlos Méndez Rodríguez) dio vida a la revista “Past & Panhe”, que fue en sus inicios (diciembre de 1997) encargada a la empresa Mercado Moderno, quien puso al frente del proyecto como editor al periodista argentino Marcelo Casares y en el área de prensa a Marcela Abusleme. El director fue Lucio Fraile.

Al cabo de algunos meses y ya superadas las diferencias entre las entidades gremiales, se determinó seguir adelante con solo una publicación institucional, y la decisión fue consolidar y potenciar la revista Past & Panhe. Asimismo, se optó por recuperar el control financiero y editorial de la publicación, con lo cual ella volvió a manos de Indupan Santiago y fue gestionada por un equipo compuesto por Agustín Gómez en la gerencia general y administración; Mario Bravo en el área periodística y, por la empresa de Vicente Larrea en diseño, gráfica y diagramación de la misma. Lucio Fraile en tanto, se mantuvo como su director.

Retornando un poco a lo que dice relación con las características de los contenidos, tipo de informaciones y textos publicados a lo largo de la prolongada historia de esta revista gremial, habrá que indicar que en sus orígenes ella claramente se enfocó en ser una herramienta para manifestar a las autoridades la postura oficial del sector y para denunciar los problemas que afectaban el diario quehacer del rubro.

Con el paso del tiempo, La Revista del Pan se abrió a incorporar una serie de contenidos más técnicos, así como a incluir bastantes notas que daban cuenta de las numerosas actividades sociales que por esos años concretaba la asociación para los industriales y sus familias. De esta manera, por ejemplo, no es raro encontrar crónicas sobre partidos de fútbol que se jugaban entre representantes panaderos de las principales colonias españolas; otras que daban cuenta de cenas o bailes de fin de año organizados por la entidad gremial; también algunas relativas a matrimonios o bautizos de gente ligada al rubro (lo cual era una clara demostración del sentido de familia que existía al interior de la actividad) y, además, otras que hacía alusión a las iniciativas concretadas por las Juventudes Panaderas (J.I.P.) o por la agrupación de damas de industriales.

Sin embargo, ya en la época de Fechipan Noticias, existe un giro en relación a los contenidos considerados, con una mayor incidencia de temas que tocan directamente las actividades de las empresas proveedoras y no tanto las del gremio en sí mismo. Es el período en el que debuta, por ejemplo, el formato de publirreportaje para dar a conocer acciones específicas de empresas que pagan por tener un espacio editorial. Este formato, no obstante, tendió un poco a desequilibrar el necesario balance que debe existir en todo medio de comunicación respecto de la cantidad de contenido periodístico versus la cantidad de material publicitario, quitando de paso algo de credibilidad e independencia a la revista.

Ya con la consolidación de Past & Panhe, se contemplan más artículos técnicos y se da mayor énfasis a las actividades de la asociación, retomando la idea de ser un vehículo de expresión oficial frente a las autoridades de turno y en relación a todos los públicos objetivos que rodean a la industria. Se comienzan a incluir completas y elaboradas recetas, reportajes sobre gestión empresarial y marketing, se informa a los lectores acerca de cambios en la legislación y fiscalizaciones, así como respecto a las innovaciones, tendencias y avances que en materia de maquinarias y metodologías de trabajo se van registrando en Chile y el mundo. Por último, crónicas sobre iniciativas institucionales de capacitación y viajes que se organizan a ferias, así como para conocer la realidad panadera y pastelera en los principales mercados europeos y latinoamericanos.

 

Fuente: Libro Siglo XX, Historia de Nuestra Panadería. 2016/José Yáñez, Lucio Fraile y Marcelo Gálvez.

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