Heladería "La Silla"
Camilo Martínez Hahn, ingeniero industrial y vecino de un tranquilo barrio de Las Condes, observó un local comercial desocupado cerca de su casa y su propia oficina. “Era un lugar que conocía al detalle, y desde que lo vi desocupado solo pensé: aquí debe haber una heladería”, comenta.
Así, con una visión empresarial muy afinada, nació La Silla en febrero de 2024, un negocio que ha convertido este espacio en un punto de encuentro para la comunidad.
Desde sus primeros días, el proyecto estuvo impulsado por una motivación clara. “En la zona solo había una heladería, pero faltaba algo más completo, un sitio donde también se pudiera disfrutar de un café o algo para acompañar,” explica Martínez. La cercanía del recinto con su rutina diaria hicieron que el sueño cobrara forma rápidamente.
El camino hacia el éxito no estuvo exento de dificultades en sus primeros pasos. La heladería abrió en pleno invierno, un desafío en sí mismo, y tuvo que enfrentar un apagón de cinco días que arruinó por completo su inventario de helados y otros insumos.
A esto se sumaron problemas de infraestructura, como filtraciones por las lluvias, que obligaron al cierre temporal del negocio por más de dos semanas. “Comenzamos literalmente con lo puesto, y hubo momentos en los que pagar el arriendo era una preocupación constante. Sin embargo, nunca perdimos la determinación y el apoyo familiar,” recuerda su fundador.
Creciendo con identidad local
Desde su apertura, heladería La Silla ha mantenido la esencia de empresa familiar. “Valoramos mucho las tradiciones y la identidad del barrio. Nuestra familia ha estado vinculada a la gastronomía por años, y eso nos ayuda a entender lo que busca nuestra comunidad”, dice Martínez.
Ese compromiso también se refleja en la atención al cliente, algo que los vecinos valoran profundamente. “Es emocionante cómo muchos clientes preguntan por mi mamá cuando no está en el local. La relación que hemos construido es cercana y va más allá del simple acto de vender helados,” destaca.
Otro de los puntos clave radica en la innovación, sabores y procesos de producción, elementos distintivos de La Silla. “Trabajamos con ingredientes locales y naturales, priorizando siempre la frescura y la estacionalidad. No producimos helados de frutas fuera de temporada, porque eso significaría trabajar con ingredientes congelados o procesados, y queremos mantenernos fieles a la calidad que prometemos”, explica el empresario e ingeniero industrial.
Entre sus sabores más icónicos están el pistacho y el manjarate, que se venden en proporciones tres veces mayores que el resto. Además, han incorporado opciones sin lactosa, veganas y de bajo índice glicémico, asegurándose de atender las necesidades de un público heterogéneo. “Siempre procuramos tener al menos un sabor para cada necesidad en nuestra vitrina”, aclara.
Esta heladería de Las Condes también ha diversificado su oferta para incluir cafés, productos dulces, sándwiches y ensaladas, creando un espacio donde las personas puedan disfrutar de una experiencia completa. “No es solo el helado lo que nos diferencia, sino cómo lo vendemos. Desde las porciones generosas hasta la libertad de elegir conos o vasitos, queremos que cada cliente sienta que recibió más de lo que esperaba,” enfatiza Martínez.
Alianzas para un futuro desafiante
La colaboración ha sido fundamental para el crecimiento del negocio. Actualmente está formando alianzas con productores locales, con el objetivo de desarrollar nuevos sabores y mejorar la experiencia de sus consumidores.
En esa línea, su fundador no descarta la posibilidad de expandirse. “Estamos evaluando nuevos proyectos, incluyendo la apertura de otro local y la producción interna de nuestros helados para abastecer a otras heladerías”, revela.
Según Camilo Martínez, en un mercado donde la competencia crece rápido y constante, la clave para mantenerse vigente es la autoevaluación. “Es un rubro que ha explotado en los últimos años y la participación de otros actores obliga a estar atentos a las tendencias y mejorar continuamente”, reflexiona.
Con una mezcla de tradición, innovación y un fuerte lazo con la comunidad, heladería La Silla se proyecta como un referente en el mundo de los helados artesanales en Santiago.
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