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El Chile de fines del siglo XIX, consideraba a la agricultura como uno de los pilares de la economía. No obstante, esa actividad se vería seriamente afectada en 1871, producto de la crisis mundial del trigo, la que sería provocada por la entrada al negocio de Estados Unidos, Canadá, Australia y Argentina, suscitando una importante declinación en el ciclo triguero chileno, que hasta ese momento exportaba dicho cereal a mercados como el peruano, estadounidense y trasandino.

Los efectos de esta crisis se amortiguaron por la expansión territorial generada tras la Guerra del Pacífico (1879), ya que las provincias de Tarapacá y Antofagasta fueron adquiriendo importancia para el mercado nacional. El sector agrícola mantuvo su nivel de actividad hasta la década de 1920, impulsado también por el inicio de la explotación multi-productiva (combinación de siembra de cereales y uso de suelo con destino ganadero). Asimismo, a principios de 1900 se expandió el área cultivada mediante la siembra de trigo en los territorios recién ocupados de la Araucanía, lo que generó la instalación de varios molinos cercanos a esteros y ríos.

Eso dio paso a una dinámica de cosecha que originaba un intenso movimiento de fuerza laboral proveniente del norte del país, la que era empleada como mano de obra temporal. Una vez extraído, el trigo era almacenado en bodegas ubicadas en las cercanías de las estaciones de trenes o en las proximidades de los principales puertos.

Y para procesar esa materia prima y convertirla en harina, se comenzó a desarrollar fuertemente la industria de los molinos, los que fueron construidos con un alto nivel de profesionalismo. En 1930, los principales molinos del país se concentraban en la producción de harina flor, harina blanca, harina integral y sémola. Los más reconocidos fueron:

  • Molino San Jorge

  • Molino Llo-Lleo

  • Molino Santa Ana

  • Molino Imola

  • Molino Ideal

  • Molino San Miguel

  • Molino San Pedro

  • Molino San Bernardo

  • Molino Purísima

  • Molino Linderos

  • Molino La Estampa

  • Molino Americano

  • Compañía Molinera San Cristóbal

  • Molino Santiago

  • Molino Providencia

  • Molino Coronel

  • Molino Bamford

  • Molino La Estrella

  • Compañía Molinera California

  • Compañía Molinera El Globo

  • Molino Puente Alto

  • Molino Balmaceda

  • Molino El Quijote

  • Molino Atacama

Los volúmenes de trigo obtenidos en Chile durante las primeras décadas del siglo XX, ya no fueron suficientes para la demanda interna y por ello se propició la importación de trigo y harina. En 1930 el trigo harinero argentino se abrió camino en el mercado nacional con especial fuerza, lo que se incrementó con los años.

Como una forma de normar los tipos de harina a ser utilizadas, en 1937 el Ministerio de Agricultura estableció un decreto sobre la elaboración de harina panificadora, que señaló:

Artículo 1.- Todos los molinos del país deberán iniciar desde la fecha del presente decreto, la elaboración de harina de toda clase con trigos de extracción de 85%, salvo nueva resolución de la Junta de Exportación Agrícola.

Artículo 2.- Prohíbase en todo el país, la fabricación de pan que no sea elaborado con harina de extracción de 85%, con excepción de los casos autorizados por la Junta de Exportación Agrícola.

Artículo 3.- La venta y distribución de harina flor, quedará sujeta en todo el país al control de la Junta de Exportación Agrícola, no pudiendo ningún molinero, panadería, bodeguero u otra persona, vender o movilizar harina flor sin obtener previamente la autorización y guía de libre tránsito especial, proporcionada por esta institución.

En 1960, durante el gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, se creó la Empresa de Comercio Agrícola (ECA), que tenía como una de sus principales funciones regular el mercado y comercializar trigo y harina.

En 1970, al asumir la presidencia Salvador Allende, la ECA abordó el acopio, distribución y comercialización del trigo en el país. Esto se interrumpió en 1973, cuando la Junta Militar reorientó las funciones del organismo, eliminó su monopolio de exportación y la destinó sólo a asegurar el abastecimiento regular de productos agrícolas en las 50 áreas aisladas de los extremos de Chile.

El 7 de enero de 1978, el valor del trigo fue eliminado oficialmente de la lista de precios fijos que regulaba el Estado. La ECA dejó de tener sentido y pronto desapareció.

Para atenuar el impacto de las fluctuaciones de los precios internacionales de algunos productos agrícolas, en 1986 el Gobierno determinó la aplicación de bandas de precio para las importaciones de trigo, harina de trigo, azúcar y aceites comestibles. Esto sobrevivió en el tiempo y ha continuado aplicándose principalmente en beneficio de los agricultores, desincentivando la eficiencia de estos.

Se trata de un mecanismo de modificación automática de los impuestos y aranceles, de acuerdo a las variaciones de los valores internacionales. Para ello, se determina un piso y un techo de la banda (precios mínimos y máximos a considerar) y cada vez que ellos son traspasados, se aplica un alza o rebaja al impuesto de importación.

En 2003, un fallo de la Organización Mundial de Comercio, obligó a Chile a efectuar modificaciones a su modelo de bandas de precio, por considerarlo poco transparente. El arancel consolidado para el trigo y la harina de trigo se fijó en 31,5%.

Otro hito se registró en 1965. El gobierno de Eduardo Frei Montalva decretó la fortificación de las harinas en Chile. Esto, para disminuir los niveles de desnutrición infantil, anemia del lactante, desnutrición de la embarazada, el bocio endémico, bajar la prevalencia de enfermedades del tubo neural, así como mejorar el estado nutricional y la funcionalidad del adulto mayor.

Se determinó que las harinas debían ser fabricadas con trigo de la especie ‘Triticum Aestivum Sp Vulgare’. Además, que la harina de panificación tenía que contener hasta un máximo de 14% de humedad; 0,25% de acidez, expresada en ácido sulfúrico; poseer como máximo 0,65% de cenizas; integrar hasta un máximo de 0,4% de fibra cruda; no contener menos de 7% de materias nitrogenadas (N x 5,7) y, ser blanca, marfil o ligeramente amarillenta.

La harina debía contener como mínimo 6,3 Mg/Kg de Tiamina; 1,3 Mg/Kg de Riboflavina; 13 Mg/Kg de Niacina y, 30 Mg/Kg de Hierro en forma de sulfato o de pirofosfato ferroso, ya que el déficit de estos nutrientes se encuentra asociado a alteraciones neurológicas, cardiovasculares, disminución del impulso visual y, además, tiene relación con el alcoholismo y la anemia ferropriva, entre otras patologías.

En 1996, se dispuso la eliminación de la Niacina, la que sería reemplazada por Ácido Fólico, para la prevención de los defectos del tubo neural y también como protector frente al desarrollo de enfermedades coronarias y el cáncer de colon.

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