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Pan, trabajo y responsabilidad: cuando la vida está en juego








Por María Paz Sáez, 

Ingeniero en prevención de riesgos,

calidad y medioambiente de Indupan


La vida en una panadería comienza muchas veces cuando la ciudad duerme. Fogones encendidos a las tres de la mañana, masas que toman forma al alba y trabajadores que, con manos expertas, transforman harina y agua en alimento esencial. Pero ¿qué ocurre cuando ese espacio de producción se convierte en un escenario de un accidente grave o fatal?


La labor en panaderías y pastelerías, como en tantas otras industrias, no está libre de riesgos. Hornos industriales, cuchillas, cortadoras, ambientes calurosos y jornadas intensas exigen una cultura de seguridad que no puede, bajo ninguna excusa, ser improvisada. Por eso las obligaciones del empleador en caso de incidentes no son sólo un imperativo legal: son una expresión concreta de responsabilidad humana y ética.


Cuando ocurre un accidente de consecuencias relevantes, la legislación chilena es clara y exigente: el empleador debe suspender de inmediato la faena afectada. No se trata de una sugerencia, sino de proteger la vida de quienes continúan en la operación. Si existe riesgo de que el episodio se repita, se debe evacuar, investigar y notificar sin dilación a la Inspección del Trabajo y a la Seremi de Salud. No hacerlo no solo constituye una falta administrativa, sino también un acto de desprecio hacia quienes hacen posible que cada mañana llegue el pan a la mesa.


Las panaderías artesanales, muchas veces familiares, no están exentas de esta normativa. Por pequeñas que sean, tienen la misma obligación de actuar frente a una emergencia. Y aquí no caben excusas: el número de contacto es único, los canales están abiertos y la información a entregarse está claramente detallada.

Nombre del trabajador, tipo de accidente, lugar, descripción: todo importa. Porque detrás de cada dato hay una historia, una familia y una comunidad afectada. Eso incluye apoyar la investigación del evento, colaborar con los comités paritarios cuando existen o integrar representaciones cuando no. También implica entender que, sea el accidentado un estudiante en práctica o un trabajador independiente,vla empresa sigue siendo responsable de activar el protocolo.

En un rubro donde la cultura del oficio muchas veces se transmite de generación en generación, la seguridad no puede ser vista como un trámite más. La prevención no debe surgir sólo como reacción al accidente, sino como parte del ADN de cada turno o jornada. Y cuando lo trágico ocurre -porque en ocasiones así es-, debemos tener la grandeza de detener, notificar, investigar, corregir y, sólo entonces, volver a comenzar. 


Hoy más que nunca, la responsabilidad empresarial no se mide solo en producción, ventas o eficiencia. Se mide en humanidad. Y eso, en PanArte, lo sabemos bien. Porque antes que panaderos, somos personas. Y ningún pan vale más que una vida.

 
 
 

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PANARTE © 2021
Revista de panadería y pastelería
en Chile por INDUPAN

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