Panadería La Esmeralda: Dedicación y amor por el oficio panadero
En el corazón de Colina, donde las calles guardan historias y las tradiciones se preservan con esmero, se encuentra panadería La Esmeralda. Este emblemático establecimiento, testigo del paso del tiempo y del crecimiento de su comunidad, es el reflejo de una vida dedicada al arte del pan y de valores como el esfuerzo y la perseverancia.
Todo comenzó décadas atrás, cuando Balbino Iriondo, emprendedor español, adquirió este local. Sin embargo, el verdadero cambio llegó con Miguel Aguilar Casanova, un joven que, con apenas 16 años, encontró en este oficio su propósito de vida.
“Mi padre empezó barriendo los salones y patios. Con trabajo y dedicación, se ganó la confianza de don Balbino, quien lo nombró administrador. Desde entonces nuestra familia se forjó entre el calor de los hornos y el aroma del pan recién horneado”, comenta Miguel Aguilar hijo, actual dueño de La Esmeralda.
En esa primera etapa, la panadería no era más que un pequeño negocio con unos cuantos sacos de harina y un equipo reducido. No obstante, la voluntad y energía transformó el lugar en un referente de esta comuna ubicada al norte de Santiago.
Hablar de La Esmeralda para los vecinos es señal de compromiso con la calidad y tradición de sus productos, lo que ha mantenido viva la esencia artesanal que la caracteriza. “Para nosotros el pan es más que un producto; es un arte.Trabajamos con panaderos expertos y cuidamos cada detalle, desde las harinas hasta la cocción, para ofrecer siempre lo mejor”, asegura Aguilar.
En su oferta destacan la crujiente marraqueta y las sabrosas hallullas, elaboradas con los mejores insumos disponibles. Además han innovado con pan integral, que cada vez tiene más aceptación entre los clientes. “Aunque aún no hacemos pan sin gluten por la complejidad de evitar la contaminación cruzada, estudiamos constantemente para mejorar y adaptarnos a las necesidades del mercado”, puntualiza su propietario.
Desde sus inicios, esta panadería ha mantenido un vínculo estrecho con nuestro gremio, siendo miembro activo de la asociación. “Indupan nos mantiene actualizados y nos ayuda a establecer buenas prácticas. Siempre hemos participado en sus actividades porque creemos en la fuerza del trabajo conjunto”, comenta Miguel Aguilar.
De la misma forma, La Esmeralda ocupa un sitio especial en los corazones de la comunidad de Colina. ”Nuestro pan es reconocido por su calidad, y nos esforzamos en ofrecer una atención impecable en el mesón y en los repartos. La limpieza y el trato amable son parte de nuestra identidad”, destaca.
Resiliencia ante los desafíos
La historia de este negocio está marcada por su capacidad para superar las adversidades. Desde un incendio devastador hasta los desafíos del terremoto de 2010, el estallido social de 2019 y la pandemia de 2020, la panadería ha enfrentado cada crisis con determinación.
“Siempre que hay problemas, también hay crecimiento. Mi padre nunca dejó de luchar, incluso enfrentando problemas de salud. Esa fuerza nos inspira a seguir adelante”, reflexiona Aguilar.
Tras el fallecimiento de su progenitor, Miguel tomó las riendas de La Esmeralda con la misión de honrar su legado. “Me enseñó que el trabajo duro y el amor por lo que haces son las claves del éxito. Estoy feliz de poder seguir construyendo sobre lo que él inició”; expresa con emoción.
El actual dueño y heredero de este panadería apunta que seguirá perseverando día a día para mantener viva la tradición de su local. “Nuestro pan no es solo alimento, es el fruto de generaciones de esfuerzo, dedicación y amor por este maravilloso oficio”, concluye.
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