AFINAR LA LETRA CHICA
Pablo Piwonka Carrasco
Director revista PanArte
El 28 de mayo los ministerios del Trabajo y de Hacienda firmaron un acuerdo con la CUT (Central Unitaria de Trabajadores de Chile) para enviar un proyecto de ley que regule y establezca la modalidad de negociación ramal.
Si bien para algunos sectores puede resultar una novedad esta forma de lograr acuerdos y ajustes laborales entre empresarios y trabajadores, para el gremio panadero es una constante que desarrollamos de manera anual desde hace bastante tiempo y con muy buenos resultados.
Y es que, en la práctica, se trata de un modelo de negociación colectiva en el que se establecen condiciones comunes de trabajo y salarios para toda una rama, rubro o área de actividad. Pero ello implica, desde luego, la existencia previa de una adecuada, sólida y permanente relación de confianza entre los actores que componen cada sector.
Cabe señalar que la iniciativa del Ejecutivo tomará cuerpo en el mes de julio y se pretende establecer una mesa tripartita con la participación de la CUT, la CPC (Confederación de la Producción y del Comercio) y el Gobierno para darle vida. Asimismo, se prevé que, inicialmente, este mecanismo fije pisos en materias de seguridad laboral, salud y jornada de trabajo, excluyendo las remuneraciones, que quedarían en el marco de la negociación colectiva habitual entre las empresas y sus sindicatos.
Más allá de las materias que se definan y aprueben como parte de esta modalidad, el tema central para que se convierta en un mecanismo validado, valorado y reconocido por las partes involucradas, pasará por afinar bien la letra chica y los alcances efectivos que tendrá, conociendo y respetando sobre todo las particularidades de cada industria y las condiciones efectivas de quienes la componen.
De este modo, es importante tomar en consideración, por ejemplo, que su adopción debe ser gradual porque va a depender de qué tan preparados se encuentren los sectores; de saber si cuentan con sindicatos consolidados y representativos y con empleadores bien organizados.
También resultará muy relevante para el debate analizar la mejor forma de mitigar los efectos adversos que puedan presentarse para las micro, pequeñas y medianas empresas de un área productiva, ya que la capacidad de reacción y adecuación a nuevos estándares varía significativamente según el tamaño y los recursos de los empleadores. Para ponerlo en simple, no es lo mismo la capacidad de una panadería que la de un supermercado para establecer condiciones laborales sobre una misma función.
Habrá por tanto que respetar y considerar la realidad económica de quien brinda una fuente de trabajo, en el entendido que todos haremos el mejor esfuerzo por establecer un piso mínimo razonable que vaya evolucionando en el tiempo.
Por último, se debe determinar quién negociará en nombre de cada uno. Federaciones, confederaciones, asociaciones, sindicatos… Y en este punto cobran especial trascendencia instituciones como Indupan, con un prestigio, trayectoria y experiencia marcado por décadas de existencia, seriedad, trabajo profesional y representación al servicio de la industria panadera.
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