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Aprendió a hacer pan en YouTube durante la pandemia y hoy tiene un exitoso negocio


Francisco Rhodes (32 años) es un emprendedor singular. Es ingeniero civil industrial y ejerció como tal en el sector minero por 1 año. Pero pronto entendió que no quería dedicar su vida a esa profesión, y por ello hizo un cambio radical.

Dejó todo y viajó a Nueva Zelanda para mejorar su inglés. Después de un año se trasladó a Canadá. Allí un día vio una hermosa florería que necesitaba personal para apoyar en las ventas para el Día de la Madre. Se ofreció y de inmediato comenzó a elaborar arreglos.

Su buen desempeño derivó en que fuera contratado casi de inmediato. Y para él fue una maravilla ejercer un oficio, que a diferencia de nuestro país, es valorado de la misma forma que una profesión tradicional.

En Canadá pudo desarrollar esa labor creativa y, en forma complementaria, la fotografía. Ambas tareas que le permitieron vivir muy bien y sentirse pleno.

Se tomó unas vacaciones y retornó a Chile. Fue justo el verano en que se decretó la pandemia en el país. Entendió que lo sucedido podría ser una señal y a los pocos meses decidió emprender junto a su gran amiga Natalia Pérez (32 años).

Hacía unos meses él había visto un video en YouTube, donde observó el paso a paso de la elaboración de pan con masa madre. Eso le encantó de inmediato y entendió que era lo que quería hacer.



Por 3 meses estuvo practicando recetas, sin tener ningún conocimiento previo. Descargó y leyó todos los libros posibles sobre la producción en el rubro. Finalmente produjo un pan que consideró de calidad para vender.

Su amiga Natalia, a su vez, tenía un local de comida al paso en el barrio universitario de Ejército-Vergara, en Santiago Centro. Lo tenía cerrado debido a las cuarentenas por lo que invitó a su amigo a instalar una panadería en su local.

Ambos se unieron y en julio de 2020 abrieron la panadería Merced, en Gorbea con Vergara. Su apuesta era vender sólo pan elaborado con masa madre. Esto no era lo común (del gusto) entre los residentes del sector, por lo que tuvieron que hacer una labor educativa al inicio en torno a los beneficios de este tipo de panes para la salud, de cómo se desarrolla la fermentación y los niveles de acidez, entre otros aspectos.



La venta comenzó a crecer poco a poco, pero de forma constante. El punto de venta ganó prestigio en la zona. Sin embargo, este éxito les obligó a Francisco y Natalia a trabajar más 15 horas diarias para mantener en pie el negocio (entre la elaboración de las masas, la venta y toda la administración que hay detrás de un negocio).

En medio de esto se dieron el tiempo de planificar nuevos proyectos. En particular, el sueño que tenía Francisco de tener una panadería y cafetería en el barrio Las Lilas de Providencia.

Y no era fácil, ya que asumieron ese desafío en un año en que encontrar arriendos era enfrentar una verdadera batalla. Pero lo consiguieron. Él y su socia pusieron un capital. Cerraron 2 meses su local de Vergara y, finalmente en junio de 2022, lograron abrir su nuevo local en una bella casa en calle Amapolas, casi al llegar a Eliodoro Yáñez.

En esa etapa contrataron su primera panadera. Lo que les dio un alivio en la presión laboral, y la posibilidad de trabajar en buscar clientes y gestionar con más tranquilidad ambos locales.


Sin embargo, en agosto su panadera se fue a España a una pasantía con el prestigioso maestro Jordi Morera. Pero ella les recomendó a un talentoso colega que se formó en la escuela Artebianca.

Francisco valora mucho el aporte que estos profesionales han realizado en su negocio. No obstante, destaca que él sigue a cargo de elaborar las recetas, las que hasta hoy le han permitido tener una fiel clientela.

Sin formación profesional en el rubro, pero con un talento natural, ya tiene una decena de panes, todos con masa madre. Además, bollería dulce tradicional y vegana.

Hoy cuentan con 4 colaboradores en la panadería. Y venden 3 veces la cantidad registrada hace 5 meses. Además, al momento de esta conversación, ya contaban con la solicitud de otros 3 locales de los alrededores que desean vender sus productos.

Ante ello Francisco nos explica que el éxito que ha tenido su pan se debe a que para ellos cada pieza es única y debe realizarse de la mejor forma posible. “Nosotros tenemos un obrador de pan artesanal… hacemos arte con harina, agua y sal. Y eso los clientes lo agradecen”.

Reconoce que no es fácil armar un negocio de esta naturaleza, porque hay muchas complicaciones. Primero menciona la necesidad de tener un capital que permita cubrir las inversiones iniciales en arriendos, insumos y maquinarias. “Uno demora en tener rentabilidad. Por eso, para nosotros fue clave tener el local de Vergara funcionando. Su rentabilidad sostuvo por varios meses el nuevo negocio”.







También menciona que tuvieron dificultades al momento de adquirir maquinarias. Se quejó de la postventa de 2 empresas. Una que le vendió un horno nuevo que falló y nunca respondieron (causa que está en un juicio) y otra por una amasadora, por la cual pagaron para que un técnico de la marca les fuera a hacer la evaluación de la falla y, hasta ahora (más de un año), aún no la reparan porque no les ha llegado el repuesto.

“Tuvimos una gran complicación cuando nos falló el horno nuevo. A los 4 meses de recibirlo. Se lo llevaron y no nos ofrecieron ninguno de reemplazo. Afortunadamente un amigo me prestó uno pequeño que me ayudó a no quebrar. Pero el proceso de horneo pasó de 4 a 8 horas. Lo que no sólo implicó tiempo, sino que un gran gasto en gas”.

Igualmente menciona como un escollo la falta de agilidad para obtener los permisos de funcionamiento. “Uno desea hacer las cosas bien, pero se entrampa en estos temas”.

Hoy, por suerte, está viviendo buenos momentos con su negocio. “Tenemos una clientela fiel. En Providencia el crecimiento de las ventas fue muy rápido, ya que existía una necesidad y un conocimiento previo del pan con masa madre”.

En el caso de Vergara, tras hacer una labor evangelizadora de la masa madre, captaron a una clientela muy importante. Además, tiene el “plus” de que la población de estudiantes universitarios del sector valora mucho sus propuestas de panes y bollería vegana.

Para el futuro, Francisco y Natalia aspiran a consolidar su equipo de producción con un tipo uniforme de trabajo en función de sus recetas. O sea, generar un método claro establecido por él, para que no sea necesario que estén siempre presentes y el pan pueda salir de la misma manera… Pero siempre resguardando la artesanalidad que destaca a Pan Merced.

Por último, sueña con que en el mediano plazo los panaderos sean reconocidos y sientan orgullo de desempeñar este oficio en Chile. “Una de las cosas que rescaté en mis viajes, es que en otras naciones se valora y respeta a estos obradores. Espero que pronto lo veamos en nuestro país. Todos ganaríamos con eso, ya que cada vez tendríamos mejor calidad, variedad de productos y pymes exitosas”.


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