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Eloy FernƔndez Quiroga (QEPD): Nuestro homenaje a uno de los grandes e imprescindibles

Don Eloy FernĆ”ndez Quiroga falleciĆ³ en octubre pasado, dejando atrĆ”s una bella familia y una historia de Ć©xito en nuestro rubro. Ɖl no sĆ³lo fue dueƱo de fructĆ­feras panaderĆ­as, sino que tambiĆ©n un destacado dirigente gremial, llegando a ser tesorero de Indupan Santiago. Para homenajearlo, en esta ediciĆ³n recordamos parte de su historia.

DejĆ³ su natal EspaƱa en 1951, cuando era un adolescente. Lo hizo en bĆŗsqueda de nuevos horizontes, ya que su paĆ­s estaba viviendo una difĆ­cil situaciĆ³n por la post guerra. ViajĆ³ acompaƱado de su hermana de 22 aƱos en un barco llamado Yapillu. Su destino era Santiago de Chile, donde se encontrarĆ­a con un hermano de su padre.Ā 

En ese entonces, su papĆ” vivĆ­a en Orense con su madre y hermanas. Sus hermanos mayores estaban en otras ciudades, ya que pertenecĆ­an a la GuardiaĀ  Civil y a la PolicĆ­a Armada.


Ellos tuvieron que participar en los conflictos que se generaron por la Guerra Civil, lo que provocĆ³ gran angustia en la familia. Don Eloy se librĆ³ de esa experiencia, ya que naciĆ³ en medio del conflicto. Pero cuando le dijo a su padre que querĆ­a integrarse a la Fuerza AĆ©rea y que habĆ­a sido aprobado en la Escuela de Especialidades de LeĆ³n, se encontrĆ³ con una negativa intransable. Ante esto, le dijo a su progenitor que no se iba a quedar en casa y decidiĆ³ viajar.Ā 


Al llegar a Buenos Aires, los tƭos no los dejaron marcharse. A Ʃl lo encontraron muy niƱo para viajar tan solo, por lo que lo inscribieron en el colegio junto a sus primos.

Con motivo de la festividad de San Pedro, uno de sus hermanos -que habĆ­a arribado a Santiago en el intertanto- lo invitĆ³ a celebrar su onomĆ”stico. Don Eloy viajĆ³ y no regresĆ³ mĆ”s a Argentina. Se quedĆ³ en Chile porque le gustĆ³ nuestro paĆ­s y su gente. AdemĆ”s, se entusiasmĆ³ porque le dieron trabajo en la panaderĆ­a BerlĆ­n, de su tĆ­o JosĆ© FernĆ”ndez SĆ”nchez, que estaba ubicada en Independencia 1660.


ComenzĆ³ a los 17 aƱos y apoyaba en las tareas que fueran necesarias. Si faltaba un panadero se levantaba a las 2 AM y hacĆ­a pan. Si faltaba un repartidor, una cajera o alguien en el mesĆ³n, lo remplazaba.


Poco tiempo despuĆ©s le dieron un reparto, por lo que se levantaba a las 4 de la maƱana. RecorrĆ­a el sector norte y la Vega Central en un carretĆ³n con caballos. SegĆŗn comentaba, ā€œtrabajar solo a esas horas no era tan peligroso como en la actualidad. HabĆ­a unos cogoterosĀ que te robaban si te descuidabas, pero como yo ya los conocĆ­a y sabĆ­a dĆ³nde estaban, les daba una cerveza o algo y listo. No eran tan agresivos como ahoraā€.



SU PANADERƍA


Estuvo como 5 aƱos en esa panaderĆ­a, hasta que se le dio la opciĆ³n de comprar una. No lo habĆ­a planificado, pero como tenĆ­a ya unos ahorros, se asociĆ³ con su tĆ­o y adquirieron la Labarea, ubicada en Carmen Lidia 5301, Quinta Normal.


La empresa era de don Celso Garrido, quiĆ©n habĆ­a fallecido. Don Eloy se hizo cargo y le dio un nuevo impulso. La recibiĆ³ con una producciĆ³n de 10 a 12 quintales diarios. PartiĆ³ con un carretĆ³n para reparto. Luego sumĆ³ otro. Al cabo de 3 aƱos subiĆ³ a 45 quintales y le comprĆ³ la parte a su socio.


A su esposa, Isabel CastaƱo, la conociĆ³ en aquella Ć©poca. Ɖl tenĆ­a 25 y ella tan solo 18. Era su vecina en el barrio, ya que vivĆ­a en calle Lo Espinoza. Don Eloy se llevaba muy bien con su padre, que ā€œera paisanoā€.Ā 


4 aƱos despuĆ©s se casaron y se fueron a vivir arriba de la panaderĆ­a. Para ella no era un mundo tan distinto, ya que muchas veces iba a los locales de sus tĆ­os. Le gustaba ese mundo, asĆ­ que pese a que tenĆ­a su profesiĆ³n (laboratorista dental), dejĆ³ todo de lado y comenzĆ³ de inmediato a trabajar ā€œcodo a codoā€ con su marido para levantar la panaderĆ­a.


En el aƱo 1962, don Eloy abriĆ³ una sucursal para vender su pan en Lo Espinoza y despuĆ©s, otra en Renca. Al poco tiempo, inaugurĆ³ la panaderĆ­a La Alborada, tambiĆ©n en Renca (la que vendiĆ³ en el aƱo 1991). Finalmente, en 1972, el primer puesto de venta lo convirtiĆ³ en PanaderĆ­a Lo Espinoza.


Pese a lo largo de sus jornadas de trabajo, siempre se hacƭa el tiempo para compartir con sus 2 hijas. De hecho, se turnaba con su seƱora para ir a dejarlas o recogerlas al colegio. AdemƔs, todos los domingos por las tardes las sacaban a distintos lugares.

Pilar y su hermana menor, Magdalena, siempre estuvieron presentes en la panaderĆ­a. Apoyando en la caja o en ventas. En el caso de Pilar, estudiĆ³ y ejerciĆ³ como educadora diferencial, pero como esto no le daba mayores proyecciones en lo econĆ³mico, un dĆ­a aceptĆ³ la propuesta de su padre de trabajar con Ć©l. AsĆ­, ella se enamorĆ³ del negocio.

El 2005, a don Eloy le encontraron un tumor y eso les cambiĆ³ todo. Cuando volvĆ­an de la clĆ­nica, le dijo a Pilar que no seguirĆ­a trabajando en la Labarea. Entonces, ella se hizo cargo. Su padre la apoyĆ³ (inicialmente) en el Ć”rea de producciĆ³n, donde Ć©l se destacaba por la calidad de lo que elaboraba. DecĆ­a que aprendiĆ³ mucho de los panaderos antiguos que conociĆ³ cuando iniciaba su camino en el sector.Ā 


Pese al alto flujo de trabajo, sus familiares indican que nunca el matrimonio sacrificĆ³ la vida en familia. De hecho, don Eloy les dio incluso tiempo a sus 5 nietos y soƱaba con que alguno de ellos pudiera entusiasmarse en seguir con el negocio panadero.

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