Fiestas Patrias seguras: responsabilidad y prevención en el rubro
- Giselle Palominos
- 5 sept
- 2 Min. de lectura
Cada mes de septiembre las panaderías y pastelerías viven su temporada más intensa: hornos encendidos día y noche, producción de empanadas que se multiplica, masas que no dan tregua y vitrinas que se llenan de tortas y panes especiales para celebrar como corresponde.
Es una época de orgullo para nuestro oficio, pero también de máxima alerta: la Seremi de Salud intensifica las fiscalizaciones y cualquier descuido puede terminar en un sumario sanitario que empañe la fiesta y, peor aún, ponga en riesgo la salud de los consumidores.
No se trata solo de “cumplir con la norma” porque toca; se trata de comprender que detrás de cada detalle de infraestructura, higiene y manipulación hay un principio esencial: la inocuidad alimentaria. Paredes lisas y lavables, áreas bien delimitadas, ventilación adecuada, iluminación suficiente, baños higiénicos y casilleros limpios no son caprichos burocráticos: son la primera barrera contra las plagas y las contaminaciones cruzadas. Y conviene recordarlo, porque la presencia de plagas en un local implica un cierre inmediato.
El factor humano es igual de determinante. No basta con tener equipos impecables si el personal no mantiene hábitos de higiene intachables: lavado de manos constante, uso de uniforme completo, cabello cubierto y ausencia de barba en quienes manipulan los productos. Puede parecer estricto, pero es precisamente esa rigurosidad la que asegura que el cliente reciba un producto confiable.
Otro punto crítico es el control de temperaturas y almacenamiento. Un producto refrigerado a medias o un pan relleno sin rotulación pueden transformarse en un problema mayor. Aquí la disciplina en el “primero en entrar, primero en salir” y en el registro de fechas de elaboración y caducidad marca la diferencia entre una venta segura y una observación en una inspección.
La limpieza, el control de materias primas y el registro documental son la huella de nuestra seriedad. Cada registro de temperatura, cada evidencia de capacitación, cada guía de proveedores es un respaldo frente a la autoridad y una demostración de respeto hacia quienes nos compran. En el fondo, cumplir con estas normas no es una carga: es una manera de darle continuidad al negocio, proteger a nuestros equipos de trabajo y fortalecer la confianza de los clientes.
Las Fiestas Patrias son un orgullo nacional y, como gremio, tenemos la responsabilidad de que los alimentos que acompañan esas celebraciones estén a la altura. Una empanada mal manipulada puede arruinar una celebración familiar, mientras que un pan seguro y de calidad refuerza nuestra imagen de oficio comprometido. Por eso, estas fechas no deben vivirse solo como una oportunidad comercial, sino como un llamado a redoblar los esfuerzos en seguridad alimentaria.
En definitiva, prevenir es mucho más barato y valioso que enfrentar un sumario. Si trabajamos con rigurosidad, no solo evitaremos sanciones, sino que estaremos defendiendo lo más importante: la salud de las personas y la reputación de nuestras panaderías y pastelerías. Ese es, a fin de cuentas, el mejor homenaje que podemos hacer en estas Fiestas Patrias a nuestro oficio y a nuestros clientes.

Por Paulina Abarzúa,
Tecnóloga en Alimentos en
Indupan A.G

Comentarios