PAN TOP se levantĆ³ de las cenizas y analiza nuevos proyectos
El 4 octubre pasado, panaderĆa Pan Top de la Cisterna, sufriĆ³ un incendio. La pĆ©rdida fue prĆ”cticamente total del establecimiento. En pocos minutos, sĆ³lo quedĆ³ la estructura sĆ³lida exterior, el Ć”rea de los vestidores, su bodega de harinas y algunos hornos, estructuralmente completos, pero daƱados. Todo lo demĆ”s ardiĆ³ā¦
El origen del siniestro fue una chispa que saltĆ³ de una soldadura que hacĆan unos maestros, en el marco de la ampliaciĆ³n de las oficinas. Se quemaron unas cajas de cartĆ³n. Luego la llama alcanzĆ³ una manguera, por la cual salĆa la reserva de petrĆ³leo para algunos hornos. AhĆ la situaciĆ³n se tornĆ³ mĆ”s compleja.
Sin embargo, el plan de emergencia de la empresa funcionĆ³, ya que los operarios comenzaron a controlar todo con el uso de extintores. Pero ocurriĆ³ lo impensado, un vecino de la casa de atrĆ”s sacĆ³ una manguera y le tirĆ³ agua al fuego. El contacto de ella con el combustible hizo incontrolable el incendio.
AndrĆ©s Campeny, uno de los dueƱos, y su hijo Ignacio estaban allĆ. Se dieron cuenta de que no habĆa nada mĆ”s que hacer, sino dejar que los bomberos trabajarĆ”n, en tanto ellos intentaban sacar lo que pudieran rescatar.
Mientras lo hacĆan, ambos recordaban que habĆan postergado la renovaciĆ³n de un seguro contra incendios a la espera de que las primas pudieran bajar, ya que subieron muchĆsimo desde el Estallido Social.
Pero dejaron de lado esa preocupaciĆ³n y junto a otros colaboradores procuraron que ningĆŗn trabajador se quedara atrapado, sobre todo los del Ć”rea administrativa, que estaban localizados arriba de la panaderĆa.
Fue en ese contexto que Edith Alvarado y Luima Herrera, funcionarias administrativas, se acordaron de que estaba el dinero para pagar los sueldos del mes y otros compromisos en las oficinas. Se consiguieron un polerĆ³n ācangurĆŗā con una vecina para meter en el amplio bolsillo lo que pudieran encontrar.
A pesar de que los bomberos y el comandante a cargo las tironeaban, sacaron fuerzas y con mĆ”s de un āchilenismoā lograron llegar hasta la oficina mĆ”s alta del edificio. Recuperaron varios millones en billetes y una gran cantidad de monedas de unos cajones. Luego se negaron a bajar, hasta que un bombero les abriĆ³ la caja fuerte, donde recuperaron otra importante cantidad de dinero.
Fueron unas verdaderas heroĆnas, ya que permitieron a la empresa cumplir con sus compromisos de esos dĆas. Conocimos a una de ellas y nos dijo que no dudĆ³ un segundo en subir, ya que no dejarĆa que el dinero tambiĆ©n se perdiera.
Una vez controlado el incendio, los dueƱos tuvieron la conformidad de que los mƔs de 30 trabajadores que estaban en la empresa salieron ilesos. Pero al recorrer las dependencias, con estupor visualizaron el nivel de la tragedia.
En medio de ese difĆcil momento, AndrĆ©s mirĆ³ al piso y al remover algunas brasas aĆŗn candentes, encontrĆ³ su billetera intacta. Eso lo considerĆ³ un milagro que lo hizo inmensamente feliz, ya que en ella conservaba el carnĆ© de identidad de su difunto padre.
CASO DE ĆXITO
Esta gran tragedia impactĆ³ a todo el barrio y al gremio panadero. Pero insĆ³litamente hoy podemos considerarlo un destacable caso de Ć©xito.
SegĆŗn nos relata AndrĆ©s Campeny, entre 6 y 7 colegas industriales panaderos del sector se acercaron a darle apoyo y a ponerse a disposiciĆ³n para ayudarle a cumplir con sus pedidos. AsĆ que al dĆa siguiente ningĆŗn cliente de PanTop dejĆ³ de recibir el pan.
En esos dĆas producĆan unos 120 quintales por jornada, con lo cual la tarea era tremenda y ninguna panaderĆa podrĆa, por si sola, asumir ese desafĆo.
El pedido de las empresas que entregan los alimentos a la Junaeb, lo tomĆ³ su hermano Miguel Campeny de Panbo. Y el resto de sus colegas asumieron los repartos de casinos y almacenes.
AndrĆ©s enviĆ³ a cada local panaderos y repartidores para que se hicieran cargo de la producciĆ³n y la entrega. Y Ć©l comprĆ³ el pan a precio preferencial para poder cumplir.
Sus clientes se enteraron de la situaciĆ³n y aceptaron esta soluciĆ³n transitoria, aunque en algunos casos sabĆan que el pan podrĆa ser diferente.
Se demoraron 2 semanas en encontrar una panaderĆa que estuviera cerrada, tuviera las condiciones bĆ”sicas para trabajar y pudieran arrendar. A su vez, tardaron 4 meses en habilitarla por completo. Esto implicĆ³ trasladar los hornos que se salvaron (precisamente los mĆ”s caros), reparar equipos daƱados, habilitar oficinas, instalar su lĆnea de producciĆ³n y hasta movilizar la gran cantidad de sacos de harina que quedaron intactos. Para eso contaron con la ayuda gratuita de los molinos a los que les compran.
Pero su producciĆ³n de pan comenzĆ³ antes y de a poco. Ignacio recuerda que los primeros dĆas de noviembre hicieron 2 quintales y al final del mes, unos 10. AsĆ fueron subiendo paulatinamente, lo que les permitiĆ³ recuperar lentamente a sus trabajadores.
āA finales de diciembre estĆ”bamos haciendo 30 quintales. En el verano, como no hay clases, bajĆ³ la demanda, asĆ que la presiĆ³n fue menor y pudimos trabajar con mayor tranquilidad, mientras realizĆ”bamos mejoras en la panaderĆa arrendadaā.
En marzo ya atendĆan a la mayorĆa de sus clientes de reparto tradicional y, al inicio de las clases, el 50% del pedido de los colegios. Fue entre fines de abril y comienzos de mayo que lograron elaborar el 100% de lo que hacĆan en la fĆ”brica incendiada.
āAllĆ” tenĆamos 2500 metros cuadrados de planta y acĆ” 900, pero hacemos la misma venta. Remodelamos y aprovechamos todos los espacios disponiblesā, nos comenta Ignacio Campeny.
Pasaron las auditorias de las empresas que les compran los panes para los colegios y de los casinos. AdemĆ”s, no perdieron ningĆŗn cliente. āEn esto debo reconocer la nobleza de los colegas industriales, que no se quedaron con ninguno de nuestros clientes. Estaremos eternamente agradecidos por la ayuda que nos dieronā, indica AndrĆ©s.
Con relaciĆ³n al personal, dice que Ć©l tomĆ³ el riesgo y no finiquitĆ³ a nadie. āCuesta tantos aƱos armar equipo, que no podĆa perderlo. Cuando llegamos a esta panaderĆa tenĆamos poca venta y no fue fĆ”cil cumplir con los sueldos y las imposiciones, pero se logrĆ³ā.
Otra ayuda que destaca en forma especial es la de Lesaffre, empresa que le hizo una nota de crĆ©dito de toda la venta del mes anterior de la levadura lĆquida que utiliza. āFue un gran gesto que jamĆ”s me imaginĆ© recibirĆa. Nos cobraron cero pesos. Fueron varios millones que me sirvieron para invertir en habilitar la panaderĆaā.
Otros proveedores les mantuvieron los precios y, de alguna manera, les ayudaron dƔndoles algo de crƩdito. Lo que tambiƩn agradece.
āTenemos que reconocer, ademĆ”s, el compromiso de los trabajadores, que pudieron adaptarse a los cambios. Trabajar en lugares que no eran habituales para el equipo, no es fĆ”cil. Y muchos de ellos, despuĆ©s de sus turnos venĆan a ayudar a ordenar, limpiar y a habilitarā.
Fue una labor titĆ”nica que todos concretaron en 5 meses, lapso en que pasaron de 0 producciĆ³n a 120 quintales. āContamos ya con una panaderĆa implementada a plena capacidad y produciendo la venta que tenĆamos antesā.
A pesar de haber llegado a la meta, AndrĆ©s reconoce que la lecciĆ³n fue que no se puede prescindir de un seguro contra incendios. Pero al mismo tiempo, destaca que el incidente los pillĆ³ en un buen momento, cuando no tenĆan deudas. Esto les dio un grado de soltura para adquirir compromisos e instalarse en otro lugar.
Sus planes ahora son pagar algunas deudas que les quedan (en un par de meses). Luego ahorrar para hacer un nuevo proyecto. āNos daremos un plazo de 2 a 3 aƱos para concretarlo. Hay varias alternativas que estamos analizandoā.
AsĆ, la historia de Pan Top, que partiĆ³ el aƱo 2000 con una
sociedad entre AndrĆ©s Campeny y Rolando Gallegos, aĆŗn tiene vida. Y ya no piensan en lo que perdieron, sino en el futuro.