top of page
GRAFICA MEJOR TORTA 2023_REVISTA 22X29.jpg

Revista del Estadio Español destacó rol de losINMIGRANTES EN LASPANADERÍAS CHILENAS


Entrevistaron a José Yáñez, otrora dueño de la panadería El Pueblo y actual director de Indupan. Además, a Carlos Méndez, ex presidente de Indupan y dueño de Lo Saldes. La publicación original es de la revista EL ESPAÑOL N° 26 del Estadio Español de Las Condes, y la nota fue realizada por la periodista Ana María Blanco. Compartimos parte del relato a continuación.


En la última revista del Estadio Español se publicó una nota titulada “Hacer la América no fue pan comido”, apuntando a que muchos españoles, en su mayoría gallegos, llegaron a Chile a comienzos del siglo pasado a buscar sustento. Por contactos familiares, herencia o azar, buena parte ingresó al mundo panadero, que poco a poco los fue conquistando.

En el reportaje se destaca a José Yáñez Diéguez, director de Indupan, socio del Estadio Español y coautor del libro “Siglo XX: Historia de nuestra panadería”.

Él recordó que hasta fines del siglo XIX el pan se elaboraba en las casas o en los conventos. Las escasas panaderías estaban en manos de los franceses, alemanes, ingleses y uno que otro español. Pero el cambio llegó en el siglo XX, cuando comenzaron a arribar a Chile muchos inmigrantes españoles (vascos, catalanes, castellanos y, sobre todo, gallegos).

Tal fue el impacto, dijo don Pepe (como es llamado entre sus cercanos), que en la década de los 60 se registraban 400 industriales panaderos que eran parte de esos inmigrantes. Más de la mitad -apunta- eran gallegos y más precisamente de Chaguazoso, de donde su padre es originario, y lugar en que nunca hubo más de 700 habitantes. Calcula que unos 120 se sumaron al rubro en Chile, la mayoría en Santiago.

En el artículo resalta también que, si bien hoy ha bajado la influencia gallega en el sector, aún existen importantes panaderías y molinos en manos de descendientes de esa colectividad.

Comentó que los primeros que llegaron a este país desde Chaguazoso son los dueños del molino La Estampa. Su padre, Ernesto Yáñez, comenzó allí de barrendero en 1931. Después, los dueños lo trasladaron a su panadería en la plaza Los Guindos de Ñuñoa. Ahí fue repartidor y aprendió el oficio. Con el tiempo se asoció con un paisano y compraron una propiedad donde instalaron la panadería Ambos Mundos, en el barrio Franklin.

Al poco tiempo don Ernesto compró la parte de su socio y luego adquirió la panadería El Pueblo, en el mismo sector. Todo anduvo bien hasta 1963, cuando se enfermó. Don Pepe tenía entonces 18 años y se vio obligado a hacerse cargo del negocio y olvidar los sueños de seguir estudiando.

Fue poco a poco que le tomó cariño a la empresa. En el año 1964, la familia optó por vender la Ambos Mundos. Se concentraron y remodelaron El Pueblo. Trabajó, junto a su madre y hermana por años en ese establecimiento. Pero el 2014 decidió jubilarse. Con 50 años en el rubro y la certeza de que sus hijos no se interesaron en el negocio, determinó cerrar y descansar. No obstante, reconoce que echa de menos la panadería.



LO SALDES

Otro de los entrevistados fue Carlos Méndez, dueño de Lo Saldes, empresa que tiene 8 sucursales en Las Condes y Vitacura. Él fue presidente de Indupan Santiago y el creador de la Feria Fipach, que este año se realizará nuevamente.

Su padre era de Carracedo, una zona muy pobre de Galicia, cercana a la frontera con Portugal. En la época posterior a la guerra civil, le tocaba hacer el servicio militar que, dadas las circunstancias, era por varios años. Pero su madre no se resignó a que ese fuera su destino y se las ingenió para llevarlo a Portugal. Allí, el padre de Carlos Méndez pasó 8 meses esperando sacar papeles para venirse a Chile, donde ya tenía a sus hermanos. Pero no lo logró y se embarcó hacia Argentina, donde conoció a quien se convirtió en su esposa, la que paradójicamente era vecina suya en España, pero a los 3 años de edad había emigrado a Buenos Aires con su familia.

La primera experiencia con la panadería la vivió con su suegro, quien hasta le ofreció pasarle su local para que lo trabajase. Pero desechó esa oferta, porque en un viaje que hizo a Chile se percató que acá los dueños no trabajan en el salón de amasijo, lo que sí pasaba en Argentina. Así que vino a Chile con su esposa.

Comenzó en la panadería de uno de sus hermanos, llamada Santa Rosa, en la población Juan Antonio Ríos. En la casita de atrás se ubicaron y en ese tiempo nacieron Carlos y su hermana.

El padre se asoció con sus hermanos en 1964 y con su familia se trasladó a la panadería de Independencia con Rivera. Estuvieron allí hasta 1975, pasándolo pésimo en la época de la UP, ya que corrió mucho riesgo de que la empresa fuera expropiada.

Superada esa etapa, determinaron concluir la sociedad de los 3 hermanos, porque ya no daba para mantener a todas las familias. Entonces, el padre de Carlos Méndez tuvo la oportunidad de comprar cerca del Estadio Santa Laura, pero finalmente se decidió por un establecimiento en Las Tranqueras con Kennedy. Adquirió el derecho a llave de un local que se llamaba Lo Saldes (porque antes la avenida tenía ese nombre) y había inaugurado en 1968.

En diciembre de 1975, Carlos comenzó a trabajar, ya que su padre fue diagnosticado con epilepsia. Repartía en la mañana, antes de ir al colegio, y por la tarde seguía realizando labores en la panadería. Dice que siempre pensó ser panadero, ya que nació en ese entorno y nunca se imaginó otra cosa; tanto así que el día que debía rendir la Prueba de Aptitud Académica para entrar a la universidad, él andaba repartiendo panes de pascua.

Nunca más paró, siempre con la idea de que la empresa debía crecer y tuviera estatus, para que así fuera atractiva y sus hijos quisieran trabajar en ella. Hoy está feliz, porque tanto su hijo como su hija se subieron a este carro.


bottom of page