Andrea Ortiz, la pastelera chilena que conquistó Netflix con su talento
- Javiera Prieto
- 5 nov
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 19 nov

Radicada en Canadá desde 2020, Andrea Ortiz sorprendió a todos ganando la cuarta temporada del exitoso programa “Is It Cake?”. De sus inicios en Talcahuano, de su salto al extranjero y de cómo su amor por la pastelería surgió casi por accidente, habló con PanArte.
Cuando Andrea Ortiz recibió el llamado desde la producción de “Is It Cake?” - célebre programa de TV que ya suma varias temporadas al aire- jamás imaginó que aquella conversación la llevaría a convertirse en una figura reconocida en el mundo de la pastelería internacional.
“Es un show muy querido en Norteamérica, todos los que hacemos pastelería soñamos con estar ahí. El objetivo es engañar a los jueces, que tu pastel parezca cualquier cosa menos un pastel”, explica la chilena oriunda de Talcahuano, radicada desde marzo de 2020 en Vancouver, Canadá.

“Me contactaron directamente para ofrecerme participar en la temporada 4, que se grababa en junio de 2024, pero inicialmente dije que no, porque ya tenía otros planes”, recuerda entre risas. Fue su pareja quien la convenció de postular: “Me dijo ‘aplica igual, si no quedas seguimos con lo nuestro, y si quedas… ¡es Netflix!’”, recuerda.
Lo que vino después fue un largo proceso de selección, entrevistas y pruebas para la versión canadiense de “Is It Cake?”. “Finalmente quedé y fue una experiencia increíble”, cuenta. Y no exagera, ya que se convirtió en la ganadora del programa, llevándose a casa un premio de 51 mil dólares, además de una notoriedad que nunca imaginó.
Pero el camino no fue sencillo, así como tampoco lo fue la decisión de dejar Chile y partir a América del Norte. “Tenía un amigo que vivía acá (…) Quería salir del país, sentía que había mucho más para mí afuera. Llegué con dos maletas y muchos sueños, justo cuando comenzaba la pandemia. Los aviones iban vacíos, la gente con mascarilla… parecía una película”, rememora Ortiz.
Desde entonces, Vancouver se convirtió en su hogar y el escenario donde su carrera pastelera comenzó a florecer. “Al principio fue difícil, llegar sola a otro país siempre es desafiante, pero con el tiempo encontré mi lugar y mi gente”, aclara.

Amor a primera vista
La historia con la gastronomía comenzó por casualidad para Andrea. “Mis papás siempre quisieron que fuera abogada, ingeniera o médica, profesiones tradicionales. Pero no me gustaba estudiar”, admite con sinceridad.
Todo cambió un día en que INACAP visitó su colegio ofreciendo cursos y talleres. “Vi uno de decoración de cupcakes y me metí solo para correrme de matemáticas. Cuando entré al taller, me enamoré. Fue instantáneo”, recuerda.
En el instituto aprendió las bases del oficio, pero su curiosidad la llevó más allá. En Canadá perfeccionó sus técnicas, experimentó con nuevos estilos y descubrió un talento para la decoración hiperrealista que, más tarde, la convertiría en una figura plagada de buenos comentarios en redes sociales.
En su cuenta se pueden ver opciones veganas y libres de gluten, desde relojes Rolex a Los Simpson en versión terrorífica, carteras, un Labubu, un trozo de bistec o versiones variadas del personaje Hello Kitty. Su última creación al momento de escribir esta nota fue un “pastelote que hizo para su amiga con la figura de Bad Bunny”, como menciona en su Instagram.

Experiencia de otro nivel
Volviendo al programa que la puso en el radar internacional, Andrea Ortiz nos explica cómo fue estar en el set de “Is It Cake”. “Fue increíble. He participado antes en programas del Food Network, pero el nivel de producción de Netflix es impresionante. Todo el equipo, desde los productores hasta el personal de cámaras, se preocupaba de que estuviéramos cómodos, bien atendidos, que nada nos faltara.
Fue un sueño hecho realidad”, cuenta con entusiasmo. El formato del show le exigió concentración y creatividad extrema. Los concursantes tuvieron que recrear objetos ligados a Halloween como buitres u osos de gomitas con tal realismo, que los jueces no debían distinguirlos de los verdaderos. “El estrés es enorme porque trabajas contrarreloj, pero cuando ves el resultado final, es una satisfacción indescriptible”, indica.
Su propuesta culinaria llevó un inconfundible toque chileno. La misma Andrea cuenta que su amor por la pastelería nació en la infancia, cuando su tía le preparó un pastel de manjar para el cumpleaños. Ya instalada en Canadá, ha mantenido siempre ese vínculo con sus raíces y la familia, su gran motor durante la competencia.

Luego de ir superando rondas, su consagración llegó en la gran final. En esa fase, junto a su compañero Paul logró avanzar a la última etapa. Ahí contó con 12 horas para completar su creación, una torta de piña con manjar que coronó con un grito lleno de emoción: “Chi Chi Chi, Le Le Le… ¡Viva Chile!”.
Con su trabajo, Ortiz no solo se ganó la admiración del jurado -destacados actores y comediantes- sino que también dejó en alto el nombre de nuestro país en uno de los programas de pastelería más vistos a nivel global.
Tras el triunfo, su popularidad explotó en los medios de comunicación y redes sociales: miles de seguidores comenzaron a comentar sus publicaciones, aplaudiendo su talento y humildad. Sin embargo, nuestra compatriota asegura que sus actividades no han cambiado tanto. “Mi vida en Vancouver sigue igual. Me levanto temprano, trabajo en mis pedidos y hago pasteles para mis clientes”, confiesa.
Lejos de lo que muchos imaginarían, Andrea no sueña con abrir una pastelería ni con tener su propio café. “No es mi sueño tener un local. Aquí la renta es altísima. Prefiero trabajar sola, mantener el control de mis creaciones”, explica.
Su arte se centra en piezas únicas, hechas a pedido, donde cada pastel se transforma en una obra de precisión y fantasía. “Para este tipo de pastelería no necesitas una vitrina, porque son encargos personalizados. Si tuviera un local, tendría que ofrecer otros productos, y eso me distraería de lo que amo hacer”, puntualiza la chilena desde Canadá.


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